lunes, 24 de enero de 2011

Crónica de V.T Caelorrosa

Se define como un trovador del siglo XXI; como nos parece que las cosas han debido cambiar  mucho desde la Edad Media, la curiosidad nos conduce hasta el Malayerba en Oviedo, para conocer en primera persona, la particular visión del mundo de este joven cantautor.

Pasaban de las ocho y media de la tarde cuando Jonás  Lucio desaparecía tras la puerta del camerino dejando el camino abierto a  Verant Tzâell Caelorrosa, que se dirigía con paso firme escaleras abajo hacia el escenario donde su guitarra acústica le esperaba a la penumbra de las velas.

Caracterizado con un chaleco, sombrero de  plumas y ojos pintados, nos recuerda al Dylan del 75, con ganas de contar historias y transmitir mensajes positivos, aunque su voz nos llevara a rememorar los inicios de Pearl Jam. Pronto iríamos descubriendo cada una de las personalidades que flotaban en el aire enredándose con el peculiar estilo de Caelorrosa, con un público dispuesto a escuchar y otros clientes con más ganas de hablar.

Caelorrosa comienza el concierto presentando algunos de sus últimos temas,  que según él tratan de aquellas cosas que se le ocurren mientras camina por la vida. Canciones en inglés que hablan sobre todo del amor, con ilusión y  optimismo, como en Expulsar a los malditos, El siguiente chico o Ritmos iniciáticos.

Algunas de ellas puedes encontrarlas en su último trabajo “La acción poética”, grabado este año en Avilés o como él prefiere definir en su contraportada; en las proximidades del cañón abisal cantábrico. Referencias poéticas que dan ejemplo de la influencia literaria en su música, marcada por la conciliación de estilos donde destaca en mayor medida el rock y la psicodelia.

Por otra parte, Caelorrosa también nos sorprendió con particulares versiones de grandes artistas nacionales como Loquillo y su tema Brillar y brillar, o el también asturiano Nacho Vegas y su reflejo en el escenario a través de canciones como  Detener el tiempo y Perdimos el control. 

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